Foto tomada por Bea de Felipe
Querido lector, hoy voy a reflexionar sobre algo que puede
transformar nuestra relación con nosotros mismos:
¿Cuántas veces dejamos para más adelante nuestros proyectos
personales? ¿Cuántas veces nos esforzamos y damos lo mejor de nosotros mismos
en los proyectos de otros?
Seguro que te suena la situación: en el trabajo o en una
asociación eres capaz de dar lo máximo
de ti, cumples a rajatabla los compromisos con tu jefe y con tus compañeros. ¡Como debe ser! Y eso te
honra como profesional y como colega.
Pensemos ahora en otra cosa: cuando tienes que trabajar para
un proyecto que es tuyo, íntimamente tuyo… ¿implicas tanta energía? ¿le dedicas
tanto tiempo? ¿te esfuerzas al máximo hasta obtener resultados?
Lamentablemente no suele ser así, siempre lo dejamos para
otro día o bien lo empezamos y abandonamos nuestros sueños inmediatamente…
Muchas veces ni
siquiera nos planteamos tener proyectos ni iniciativas personales ya que, a
fuerza de abandonar, hemos perdido el hábito de soñar.
Te propongo algo: cambia la ecuación. Reflexiona, elige tu proyecto y lánzate a
conseguirlo. Te conoces muy bien, mejor que nadie: sabes lo que eres capaz de
conseguir. De hecho, como hemos comentado anteriormente lo consigues
diariamente cuando trabajas para otros, por lo tanto: puedes conseguir
movilizar las mismas energías para realizar tus sueños.
¡NO TE RINDAS!
¡LÁNZATE!
¡ATRÉVETE A APOYARTE!
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