Un año más, con el comienzo de la primavera, mi amigo Carlos me ha invitado a compartir con el una práctica de primavera: colocar banderas tibetanas entre dos grandes pinos. Colocar banderas Tibetanas es una práctica budista muy poética: se pretende que las bendiciones y buenos deseos escritos en las mismas se repartan por el mundo cuando el viento las agite al soplar. No es necesario ser budista para realizar esta práctica ni para disfrutar de ella, basta on tener alma de poeta.
Las banderas colocadas el año pasado están hechas jirones por el paso del tiempo, otra metáfora budista: la impermanencia de todos los fenómenos, si aplicamos la impermanencia a nuestra vida diaria nos daremos cuenta que todo pasa, los buenos y los malos momentos, incluso las crisis acaban.
Otro acto poético: antes de subir al arbol le pedimos permiso y lo abrazamos. Esto nos ayuda a renovar nuestro vínculo con la naturaleza, nuestro vínculo con el mundo del que formamos una existencia no-separada. La "ayoidad", la ausencia de un yo separado es otra de las enseñanzas budistas, no podemos "ser" de manera separada, "intersomos" con todo lo demás.
En este caso para subir al arbol hacen falta algunos elementos y nociones de escalada, por suerte a nuestro amigo se le da bien la escalada arbórea. También se pueden colocar banderas en otros lugares más accesibles.
Las nuevas banderas ya están colocadas, la colocación de las mismas ha sido interesante: hemos intentado estar en silencio, concentrándonos únicamente el proceso.
Este tipo de prácticas puede ser realizada por toda clase de personas, creyentes o no, realizar nada tiene que ver con creencias, es todo acción y práctica: las creencias nos dividen, las prácticas nos unen. Lo importante es compartir un momento en el que rodeados de amigos y de naturaleza podamos implicarnos en algo que nos hace reflexionar y conectar.
Este tipo de prácticas puede ser realizada por toda clase de personas, creyentes o no, realizar nada tiene que ver con creencias, es todo acción y práctica: las creencias nos dividen, las prácticas nos unen. Lo importante es compartir un momento en el que rodeados de amigos y de naturaleza podamos implicarnos en algo que nos hace reflexionar y conectar.
Nota: Todas las fotos que aparecen en este artículo han sido tomadas por Rafa Téllez.
He de decir que fue un día maravilloso.
ResponderEliminarSólo tengo palabras de agradecimiento para tí y todos los que estuvimos allí.
Es una suerte INMENSA teneros como compañeros de viaje.
Si tuviera que destacar algunos momentos diría:
La visión de los dos legendarios pinos.
Sentir la tierra tocándome entero.
Sentir el sonido de los cuencos tibetanos.
Te abrazo amigo.
Es un placer compartir contigo Benjamín, tu sentido del humor hizo de lencuentro algo inolvidable. Ahora queda un año entero para llenarlo de primavera día a día.
ResponderEliminarQue la paz prevalezca sobre la tierra
Ver el suelo verde salpicado de margaritas y alguna amapola distraida. Subes la mirada y te encuentras con dos pinos, paralelos, enormes, con aves piando en su interior. Tras un invierno largo, ahora el sol quema mi rostro,la primavera está con nosotros, nos regala estos momentos.
ResponderEliminarBea, lo tuyo es mirada de poeta y tú si que eres un regalo. Gracias.
ResponderEliminarGracias por compartir algo tan bello. Acabo de hacerme con unas banderas tibetanas y buscando información sobre ellas me he topado con este post. No tengo árboles cerca, qué más quisiera yo. Tengo un balcón enorme en un sexto piso en el que las colgaré, y seguro que surge el mismo efecto.
ResponderEliminarDe nuevo gracias.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar