La respuesta la podemos encontrar estudiando experiencias de personas cercanas que nos demuestran, con sus disciplinas, que siempre podemos aprender algo y que siempre podemos mejorar en nuestra percepción del mundo que nos rodea, os comento dos casos: Fran León: sumiller y María R: escritora.
Gracias a Fran he aprendido a catar no solo el vino, sino todo lo que pruebo, es increíble la cantidad de sabores, olores y texturas que tienen todos los alimentos que ingerimos.
Foto tomada por Rafa Téllez: Fran realizandio cata de vino.
Se puede comer y beber como un “tragaldabas”, algo muy corriente en mi caso, de manera atorrullada y casi sin saborear; pero también se puede aprender a saborear cada momento, encontrar todos los matices de la tierra donde fue elaborado el producto y las evocaciones a diversos aromas: vainilla, balsámicos, frutas del bosque, cítricos. Al lado de un buen sumiller podemos aprender también el tacto del vino: sedoso, áspero, redondo, podemos aprender a apreciar los aromas retronasales (lo que comemos también lo olemos) y en definitiva, aprender a valorar, como un tesoro, todo aquello que nos nutre: dejo la dirección del blog del sumiller Fran León: Cata de Vino.
Foto tomada de :http://mialmacanina.blogspot.com/
María nos educa los sentidos de otra manera: ella escribe y en su escritura está su mirada y su percepción: cuando se leo un texto de María siento ampliado mi repertorio sensorial. Los buenos escritores amplían nuestro repertorio semántico, es decir que aumentan el significado de nuestras experiencias. Un verbo que aprendí leyendo a María es reverberar, siempre me ha gustado un paisaje al amanecer o al atardecer, pero nunca había recaído en que, a veces, los atardeceres reverberan. Ese es solo uno de sus términos, os invito a conocer los escritos de María en su blog Mi Alma Canina.
Un libro muy recomendable para aprender catas de vino